Absurda Honduras
- Art Box
- 17 nov 2017
- 3 Min. de lectura

El 21 de Abril del 2017, el día en que los planetas se alinearon… o como alguien menos dramático diría, fue el día en el que por primera vez en mi vida fui a un festival de música, con nada más, ni nada menos que mi crush. Unas semanas anteriores a la fecha, habíamos asistido a un concierto de rock para un refugio de animales y luego de entrevistar a la banda “Mucho Color”, nos invitaron al “SPS Groovy Music Fest”.
Al primer concierto, había logrado que una de mis mejores amigas me acompañara, ya que iba con una de las fotógrafas de la revista, Alejandra Cruz, a la que aún no conocía del todo. Al segundo, no logré convencer a ninguna de mis dos mejores amigas, pero una de ellas, sin saberlo, tuvo la brillante idea de invitar a mi crush en su lugar, que siendo tan amante del arte y la música, como yo, no lo dudo dos veces.

Yo llegué primero, luego Alejandra y luego él. Estoy más que segura de que no los presenté, aún sigo trabajando con mis habilidades sociales, no hay mucha mejoría. Lo primero que hicimos fue apreciar los graffitis que Cariqui, Brayan Martinez y Juan Guillermo Recarte realizaban a tiempo real bajo la luz de la luna y una escalera decorada por luces de Navidad. (Suena menos atractivo de lo que era, pero las luces le daban un toque rústico y medio romántico al arte.)
También había carpas con varios empresarios innovadores como Kuxtal Indigo, Wood Stock, Sol Luna o incluso Tato Padilla (uno de los vocalistas de Mucho Color) tenía un puesto de camisas bastante creativas, pintadas con aerosol.

Al lado izquierdo se encontraban obras de artistas como Elena Cardona con sus retratos a carboncillo increíbles o Yo David Soto con su arte abstracto y caricaturas. Alejandra tomaba fotografías, mientras yo apuntaba nombres importantes en mi libreta, cuando de pronto siento una mirada sobre mi hombro. Me sobresalta la impresión y desviando la mirada de lo que tenía frente a mí, la poso sobre el intruso a mi derecha, era él, que inspeccionaba minuciosamente mi caligrafía. Le pregunté que era exactamente lo que veía; como estudia psicología, le encantaba ver de más para ponerme nerviosa con sus inquisiones impertinentes, a lo que contestó: “La letra de una persona determina mucho acerca de su personalidad. La tuya es bastante intricada y cursiva, eso indica que sos una persona inteligente.” Si podía darle crédito de algo era de esa labia que tenía, debía de admirar su esfuerzo y si creía que iba a caer con sus piropos baratos… pues lo había logrado, pero no es algo que él vaya a saber nunca, a menos de que lea esto… ¿ups? Hola.
Terminamos la noche disfrutando de las bandas que daban lo mejor de ellos en el escenario: Mucho Color, Armani La Gucci, Axis (Los Amigos de Geisha), Madam Gruv e Igundami.
Mientras tanto, intentaba saciar mis ganas de bailar con un leve movimiento de pie (permanecer quieto rodeado de buena música, para un ceibeño, es una verdadera tortura), él siempre había querido que lo acompañara a bailar, pero no le iba a dar ese gusto, ya tenía mucha desventaja pensando en el color de los vestidos de las damas de honor. Cuando por fin me convenció, las bandas tomaron un break de cinco minutos, los planetas se habían vuelto a alinear. Dieron las once de la noche y como buena Cenicienta de 19 años, a quien apenas le empiezan a soltar las alas, debía regresar a casa.

No voy a mentir y fingir que no me pinché con la misma espina durante mucho tiempo, ese sabor agridulce que te provoca una amor prohibido o un crush, como dice la palabra, cuando te aplasta. La vida no se trata de ganar siempre, sino de aprender de cada caída. Ese día, puede que ninguno de los dos se haya enamorado, puede que me haya atado por seis meses a un amor platónico que bien sabía mi cabeza hueca que no iba a funcionar. Pero alguien más me enamoró, me enamoró Honduras. Me enamoró su gente y su arte. Me enamoraron sus ganas de expresarse y salirse de la norma. Ese ambiente de libertad espiritual, donde nadie es lo suficientemente raro como para sobresalir. Porque, en un mundo absurdo, lo absurdo es quedarse absurdo. Y es que, todos nacemos siendo tan raros, nos educan y forman para ser iguales, pero muy pocos conservan eso que los hace únicos y logran transformarlo en estás increíbles expresiones artísticas.
Mi consejo es, aun cuando no puedas formar parte del arte, apóyalo. Ya sea comprando lo hecho en casa, como la segunda edición del álbum “Tunkul”, apoyando organizaciones como MUA: Mujeres en las Artes, promoviendo bandas hondureñas como Boreal Scala, Rosa Náutica, no lo sé. Sólo sé que aún me falta mucho por conocer de este país y me encanta que sea junto a Auge Boga y ArtBox.
Escrito por: Cinthia R.

Comments